Ado no canta. Actúa con la voz. Sus conciertos están lejos del pop convencional: en el escenario se mezcla con proyecciones animadas, sus gestos son digitalizados y sus temas no siguen una línea plana. Lo mismo te lanza una balada sombría que un estallido de rock industrial.
Temas como “Odo”, “Ashura-chan” o “Gira Gira” son auténticas montañas rusas vocales. Es como si Freddie Mercury se metiera en un anime y se dejara poseer por Hatsune Miku. Y eso no es exageración. La Arena CDMX se convertirá en el teatro ideal para esa experiencia auditiva total, donde el anonimato de Ado se vuelve parte del show.