En un mundo donde los “beat ’em up” modernos suelen quedarse a medio combo, Absolum llega con la fuerza de un gancho al mentón. Este título independiente, que parece salido de la mente de alguien que creció entre máquinas arcade y noches sin dormir con Devil May Cry, no solo rescata la esencia del género: la eleva a punta de sudor, reflejos y puro estilo.

Desde el primer minuto, Absolum deja claro que no vino a disculparse por ser difícil. Ni por ser crudo. Ni por hacerte gritar un par de palabrotas cuando un jefe te deje en el suelo por décima vez. Pero también deja claro algo más importante: todo eso tiene sentido. Cada golpe, cada esquiva, cada caída, forma parte de una experiencia que te exige aprender y mejorar.
Un mundo en ruinas, pero con propósito
La historia de Absolum se desarrolla en un futuro distópico donde la humanidad parece haber perdido el control —y la esperanza. Las calles están dominadas por facciones violentas, máquinas que parecen odiarte personalmente y un aire constante de “algo salió mal hace mucho”.
No es un relato contado con largas cinemáticas o textos interminables. Aquí, la narrativa se cuenta a golpes: con escenarios que hablan por sí mismos, enemigos que reflejan la corrupción del mundo y detalles visuales que te hacen pensar sin que nadie tenga que explicarte nada. Es minimalista, sí, pero elegantemente brutal.

El protagonista (cuyo nombre, curiosamente, no se menciona de entrada) es un guerrero solitario con un pasado que se adivina doloroso. Su viaje no se trata de salvar el mundo, sino de sobrevivir en uno que ya está roto. Y esa diferencia, aunque parezca pequeña, le da una fuerza tremenda al relato.
El combate: un lenguaje propio
El corazón de Absolum es su sistema de combate, y aquí no hay medias tintas. Si vienes buscando un “machacabotones”, te vas a llevar una sorpresa. Cada pelea es una coreografía de reflejos y precisión. Cada enemigo requiere estrategia, y si no aprendes a leer sus patrones, prepárate para besar el suelo… muchas veces.
Los ataques ligeros y pesados, las paradas perfectamente medidas, las esquivas en el último segundo: todo tiene peso, todo tiene ritmo. Y ese ritmo se siente hipnótico. Cuando logras encadenar una serie de golpes sin que te toquen, el juego te recompensa con una satisfacción casi física.

Además, los jefes —esas pruebas que separan a los valientes de los que apagan la consola— están diseñados con una precisión admirable. Cada uno tiene una identidad clara, ataques únicos y una puesta en escena que impone respeto. Algunos te recordarán a Sekiro por su timing milimétrico; otros, a los clásicos Street of Rage, por su energía bruta. Pero todos comparten una cosa: te hacen sudar, pero también son justos.
Una dirección artística que corta como cuchilla
Visualmente, Absolum es una mezcla entre arte industrial y pesadilla digital. La paleta de colores oscura, llena de rojos intensos, grises metálicos y sombras que parecen moverse por sí solas, refuerza la sensación de estar atrapado en un mundo que se desmorona.

Cada escenario es una pintura decadente: fábricas abandonadas, calles corroídas por la mugre, laboratorios llenos de secretos y ruinas de lo que alguna vez fue civilización. Pero lo que realmente impresiona es cómo esos fondos no están ahí solo para “verse bien”: te cuentan una historia sin decir palabra.
Los modelos de los personajes, por su parte, son simples pero efectivos. No hay exceso de detalle, pero cada trazo transmite fuerza. Y cuando las luces del entorno se mezclan con los reflejos de los golpes, el resultado es casi cinematográfico.

La música: golpes que suenan bien
Si hay algo que no se puede ignorar es la banda sonora. Compuesta por sintetizadores crudos, percusiones intensas y un bajo que parece sacado de una pesadilla electrónica, el soundtrack de Absolum no acompaña… impulsa.
Cada pelea tiene su propio ritmo, y cada tema parece decirte “vamos, una más”. En los momentos más tensos, el silencio se convierte en aliado: un respiro antes del próximo huracán de golpes. Y cuando regresa la música, lo hace como una ola que te empuja a seguir peleando aunque ya tengas los pulgares cansados.
Hay ecos de DOOM, Hotline Miami y Katana ZERO en esa mezcla de agresividad y ritmo. Pero, como todo en Absolum, tiene su propio sello.

Progresión y dificultad: sin atajos
Aquí no hay barras de experiencia que suben solas ni mejoras que caen del cielo. Cada avance en Absolum se gana con esfuerzo real. Mejoras tus reflejos, entiendes a los enemigos y, poco a poco, dominas el sistema.
Las habilidades desbloqueables están bien integradas: nuevos combos, mejoras de defensa, pequeñas variaciones que cambian por completo tu manera de jugar. Pero nunca sientes que el juego te regale poder. Todo cuesta, todo tiene un precio.
Y sí, Absolum es difícil. Pero no injusto. Es el tipo de dificultad que hace que quieras volver a intentarlo, no lanzar el control. Cada derrota enseña algo nuevo, y cuando finalmente logras superar una sección imposible, la satisfacción es total.

Un indie que se siente triple A
Una de las mayores sorpresas es que Absolum fue desarrollado por un estudio pequeño, pero se siente grande en ambición. Desde el pulido de las animaciones hasta la fluidez del combate, hay una atención al detalle que muchos títulos con presupuestos millonarios envidiarían.
El rendimiento es sólido —sin caídas notables de frames ni errores graves— y eso permite que el ritmo del combate nunca se rompa. Incluso en los momentos de caos absoluto, el juego mantiene su estabilidad, lo que demuestra que detrás hay un equipo con talento y pasión.

El veredicto final
Absolum es un recordatorio de por qué amamos los videojuegos: porque pueden hacernos sentir poderosos, frustrados, y felices al mismo tiempo. Es una obra que no busca complacer a todos, sino a quienes disfrutan del reto y del diseño bien pensado.
No es perfecto —algunas secciones podrían tener más variedad de enemigos, y ciertos movimientos requieren más precisión de la necesaria—, pero lo compensa con creces gracias a su atmósfera, ritmo y una jugabilidad que se siente pura.

En resumen: es un juego que golpea fuerte, pero también golpea con sentido. Y eso lo convierte en una joya dentro del género.
🎮 Puntuación Culture Conection: 9/10
Un título exigente, visualmente potente y con una identidad sólida. Ideal para quienes aman el desafío, el estilo y los golpes bien dados.
Absolum no es solo un juego de trancazos. Es una clase magistral sobre cómo hacer que cada golpe cuente… y que cada derrota te haga mejor jugador.
