Hades 2: Más Oscuro, Más Grande, Más Adictivo

Cuando Supergiant Games anunció Hades II, todos los que nos enamoramos del primer juego entramos en modo “ya deposítame, por favor”. No era para menos: Hades dejó el estándar tan alto que cualquier secuela tenía la misma presión que un estudiante del Conalep esperando al resultado de la prueba de embarazo. Pero aquí estamos, después de incontables muertes, decenas de “solo una una más” y muchas madrugadas robadas… y podemos decirlo sin temblar: Hades II no solo cumple; lo hace con una seguridad y elegancia propia de la realeza del Inframundo.

Esta vez no controlamos a Zagreus, sino a su hermana: Melinoë, la princesa oscura del Inframundo, quien trae una misión tan épica como personal: enfrentarse a Cronos, el Titán del Tiempo, que decidió darse la libertad creativa de arrancar a Hades de su trono. Y claro, cuando secuestran a tu papá infernal, no queda otra más que encender tus hechizos, agarrar tus armas y convertirte en la peor pesadilla cronológica de un Titán.

Un combate que se siente como tocar el fuego… pero con ganas de volver a quemarte

La mayor diferencia entre Hades y Hades II está en el corazón del combate: la magia de Melinoë. Sí, tiene armas increíbles, pero lo que de verdad revoluciona tu forma de jugar es cómo cada movimiento está ligado a su esencia mágica.

Ataques cargados, hechizos que ralentizan, explosiones de energía, rituales, marcas que dejan vulnerables a los enemigos… todo esto convierte cada run en una danza infernal donde tú decides si quieres ser una ráfaga de cuchillas, un torbellino arcano o un desastre mágico ambulante.

Y aquí viene lo delicioso: cada combinación de magia + arma + bendiciones cambia por completo tu estilo de combate. Puedes tener runs súper tácticas, otras donde eres prácticamente inmortal y unas cuantas donde no sabes ni cómo llegaste tan lejos… pero llegaste.

Es un combate que se siente más profundo, más expresivo y más estratégico que en la primera entrega. Es como si Supergiant hubiera agarrado el alma de Hades, la hubiera puesto en una olla de bruja y le hubiera echado:

  • dos cucharadas de creatividad,
  • un manojo de caos,
  • y un toque de “vamos a hacer sufrir bonito al jugador”.

Y funciona, funciona muy bien.

Una historia que respira mitología, oscuridad y personalidad

Desde la primera run, el juego te deja claro que su narrativa no es una simple excusa para golpear demonios. Melinoë tiene identidad, voz, motivaciones y un arco propio. No es Zagreus 2.0, ni una sombra del protagonista anterior: es una figura compleja, poderosa, a veces vulnerable, otras veces implacable.

El mundo que la rodea está igual de vivo: los dioses no solo te mandan “power-ups”; te hablan, te aconsejan, te regañan y hasta te coquetean (clásico del Olimpo, ¿no?). Cada encuentro revela más sobre la guerra cósmica que se desató cuando Cronos regresó del retiro con ganas de reorganizar la empresa familiar.

Y qué decir del diseño artístico: Supergiant se volvió a pasar de listo. Todo está pulido al grado de que te dan ganas de morir (en el juego, claro) solo para ver qué nueva animación, escenario, NPC o matiz visual te espera en tu siguiente intento. La música es otro nivel: no complementa, eleva. No acompaña: dirige.

La eterna adicción del “solo una una más”

Si hay algo que Hades II hace mejor que casi cualquier roguelike, es mantener la llama encendida durante horas sin sentir repetición.

¿Por qué?

Porque las variables cambian todo el tiempo:

  • nuevas armas,
  • nuevos rituales,
  • nuevas rutas,
  • nuevas bendiciones,
  • nuevos enemigos,
  • nuevos diálogos,
  • nuevos descubrimientos.

Cada run importa. Cada muerte enseña. Cada avance desbloquea algo. Una sesión de treinta minutos se convierte fácilmente en maratón accidental. Y para cuando acuerdas ya estás diciendo:

“Tengo hambre pero son 3 de la mañana y no hay nada en el refri”.

Y sí, es anécdota, así es como termina uno con café en la mano, ojeras nuevas y una sonrisa sospechosa.

¿Todo perfecto? No siempre, pero casi

Hades II es espectacular, pero también tiene sus detalles:

  • La curva de dificultad puede sentirse exigente a mitad del juego, con picos que te hacen cuestionar tu autoestima gamer.
  • Algunas combinaciones de bendiciones están tan rotas que hacen que otras se sientan inútiles.
  • hay momentos donde recuerda demasiado al primero y se siente más de lo mismo, es malo, no, pero al ser secuela es algo que debemos tomar en cuenta.

Pero siendo honestos, la magia de Hades nunca estuvo en romper todo, sino en perfeccionar. Y aquí ese perfeccionamiento se nota en cada sesión de juego.

Hades II no es una secuela… es una reconvención

Lo más impresionante es que Hades II consigue lo que casi ninguna secuela logra: respetar el ADN del original mientras se expande en todas direcciones posibles.

Melinoë no reemplaza a Zagreus: abre nuevas puertas.

La magia no deshace el combate: lo enriquece.

La historia no continúa la anterior: la reimagina.

Hades II no vino a cambiar la fórmula, vino a demostrar que la fórmula podía crecer, es uno de los juegos más completos, pulidos y adictivos que puedes jugar en 2025, Supergiant no solo ha creado una secuela digna: ha creado una obra que se siente eterna, como el propio Inframundo.

Es desafiante sin ser injusto, estilizado sin ser pretencioso, profundo sin ser confuso, cuando lo juegas, entiendes algo importante: la verdadera magia no está en derrotar a Cronos… sino en cada intento por lograrlo, una brillante y eterna lucha, sí. Pero también una experiencia que te atrapa, te exige y te recompensa de maneras que solo el Inframundo sabe entregar.

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